Sesiones 1:1 - Lo que aprendo cada vez que alguien se anima a mirar hacia adentro.

Hay algo profundamente valiente en sentarse frente a otra persona y decir: “No sé por dónde seguir”. Así, sin adornos.

Lo veo mucho en las sesiones individuales, y esa apertura no me deja de conmover.

Y si bien es parte de mi trabajo, cuando alguien se abre en una consulta, de a poco dejo de verlo como un simple “consultante”, y empiezo a ver un alma en movimiento. A veces desordenada, otras veces cansada, otras veces curiosa. Pero siempre con una historia única y cargada de vida.


Acompañar no es dirigir.

La verdad es que una sesión 1:1 no se trata de dar respuestas mágicas. No tengo una receta secreta escondida en un cajón (ojalá!).

Lo que sí tengo es escucha, herramientas, intuición... y una profunda confianza en que hay una parte sabia adentro de cada persona, aunque esté tapada por capas de ruido, miedo o dudas. Mi tarea es ayudar a que esa voz pueda volver a expresarse. En general en una sesión lo que más hago es sostener, preguntar mucho y con amor y de a poco hacer espacio para que algo nuevo pueda nacer.


Mirar hacia adentro no siempre es cómodo. A veces abrimos una puertita creyendo que hay una brisa suave, y nos encontramos con una tormenta eléctrica.

Otras veces, en cambio, llega alguien sintiendo que está todo mal y de pronto, con una sola palabra o pregunta que cae justo donde tiene que caer, se enciende una luz que aclara todo.

Me acuerdo de una mujer que en medio de una consulta me dijo: “No sé quién soy sin estar resolviendo la vida de los demás.”

Nos quedamos en silencio. Esa frase era un mundo.

No hizo falta mucho más. Esa sesión fue un antes y un después para ella. Y obvio también para mí.

Porque cada vez que alguien se atreve a mirarse sin máscaras, yo también me espejo. Aprendo. Me reacomodo.

Acompañar a otros también me transforma. No hay vuelta que darle.

A veces no se trata de magia, sino de presencia. Acompañar no es intervenir desde un lugar de saber o de ego. Es compartir el viaje, sin apurar el proceso.

Con solo un rato de escucha real, alguien vuelve a conectar con algo que creía perdido.

Como si debajo del ruido, del juicio, del deber ser, hubiera una voz suave esperando ser escuchada.

Y a veces, solo a veces, se llora. Pero también se suelta, se libera, se acomoda.


"Lo más importante que podemos ofrecerle a otra persona es nuestra presencia. Cuando nuestra atención plena abraza a los que amamos, florecen como flores."Thich Nhat Hanh


Cada sesión me recuerda que no estamos tan solos como creemos. Que todos, en algún punto, pasamos por las mismas dudas, los mismos patrones, las mismas tormentas.

Si me topo con alguien que no se preocupa en si su ex va a volver y en cambio me dice: “Vengo porque necesito entenderme”, me siento profundamente agradecida, porque como siempre nos estamos espejando, al escuchar al otro, también me escucho a mí.


Con 🤍 Lau.

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